La luz revende el producto, reinventa al hábitat y enaltece los espacios; por ello, más que una especialidad al servicio del interiorismo, la iluminación es un factor vital en la vida de un proyecto.
La luz es el maquillaje del espacio. Carpintería, persianas, piso y mobiliario se reducen a nada sin la iluminación correcta. “Siempre hemos cometido el error de pensar en la iluminación cuando el presupuesto se acabó. ¿Por qué si la luz es vital? Con ella se enfatizan formas, colores y texturas… diseños de interiores que funcionan perfecto durante el día y la noche”, explica Ricardo Noriega, Lighting Designer.
Detrás de la luz hay mucha electricidad y tras ello se esconde mucha técnica. Hoy por hoy el diseño exige preocuparse por el usuario final: el habitante. Conocer sus necesidades y sus posibilidades, diseñar desde el techo presupuestal para ofrecer soluciones y prever problemas que podrían convertirse en cicatrices.
Tratar la iluminación como parte del todo ahorra hasta un 30% del presupuesto. Al calcular correctamente la cantidad de entradas de luz natural se puede anticipar el número de luminarias, de salidas y definir el suministro de materiales necesarios (cables, ductos, tableros, circuitos, etc.).
“Un verdadero diseñador de iluminación no es un artista, es un prestador de servicio que busca el confort visual, la calidad cromática y el ahorro a partir de la correcta distribución de puntos de luz. La iluminación no es cara si se prevé desde el sketch, es un valor agregado que hará lucir las escenas dentro de una sala, un estudio o una cocina”, indica el experto.